Queridas aminovias,
Ad portas de mi GD y de mi viaje a Cuba, la realidad de la vida me golpea con fuerza y me hace temblar.
En mi profesión, es muy común que lleguen mujeres buscando asesoría debido a la muerte de sus convivientes de toda una vida, debiendo asumir el triste rol de mensajera de las malas noticias y ser esa persona que rompa sus esperanzas: "No, ud no tiene derechos hereditarios" "No, la casa no es para ud" "No, no recibirá ninguna pensión".
No se trata de mero materialismo, sino de una vida que se construye en pareja y que desaparece junto con el ser amado en las manos de una "señora legal", que muchas veces lleva décadas sin tener contacto.
La causal de divorcio unilateral por cese obedece justamente a la necesidad práctica de poner fin a estas terribles situaciones, pero la negligencia e ignorancia del común de la gente muchas veces le resta eficacia y la reduce a un mero precepto.
Pese a no estar especializada en derecho de familia, al ser de conocimiento general y tramitación básica, me son habituales ese tipo de consultas.
Me entristecen, pero no suelen afectarme mayormente. Son gajes del oficio.
Hoy fue diferente.
Se presentó en mi despacho una señora con la cara congestionada por llanto de días y una mirada de infinita tristeza.
"Disculpe mi apariencia"- señaló- "pero mi marido murió repentinamente y todo me está resultando muy complicado de asimilar, era un hombre sano que salió a comprar y nunca volvió".
Con ese inicio de conversación, mi mente ya comenzó a divagar a propósito de la tragedia que ella acababa de vivir y el miedo de vivir algo similar.
Su mirada arrasada por la pena, contrastaba con mi felicidad desbordante.
Faltaba lo peor:
"Fui a la afp para ver lo de la pensión y me encontré con que aparecía otra persona como beneficiaria, a quien le corresponde todo"- Me dijo mientras comenzaban a asomarle las lágrimas.
"Dicen que el estaba casado con otra persona antes que conmigo, pero no lo entiendo...estuvimos casados 30 años y con ella apenas estuvo tres años antes de conocerme".
Le hice algunas preguntas y revisé algunos documentos, constatando que su marido era bígamo y que se casó con ella sin anular su matrimonio anterior (en aquellos tiempos no existía el divorcio y la falta de tecnología hacía posibles estas situaciones).
Con el dolor de mi alma, le solté esa verdad que la desgarra y me desgarra: su matrimonio fue nulo.
Rompió en llanto desesperado, mientras negaba con la cabeza y me decía "Pero tengo libreta de matrimonio, estuvimos juntos 30 años...ella no le llevó ni una flor a su entierro""No puede ser que 30 años se vayan a la basura""Ni siquiera tengo una casa, no tengo nada...sólo lo tenía a él".
Normalmente presencio estas escenas incólume, pero estoy rara últimamente. No se si se debe al estrés de mis preparativos o a la emoción de mi boda que se aproxima, pero no pude quedarme a ver y me fui al baño a llorar con la excusa de ir a buscarle un vaso de agua.
En la puerta tropecé con mi secretaria y me justifiqué: "Sabes que no soy así, no se que me pasó". Ella sólo me sonrío y me dijo: "no todos tienen un final feliz, pero ud si lo tendrá".
Me sequé las lágrimas mientras mi secretaria le daba agua a la señora, luego regresé y me disculpé por no poder hacer nada por ella.
La vi irse, mientras mi corazón dolía ante el triste destino de esa pobre mujer y de todas esas novias que nunca serán.