Toda mi vida creí que la propuesta de matrimonio era el momento más importante, que debía ser perfecta y que era lo que marcaba lo que vendría, me imaginaba algo pomposo y de ensueño, esperaba con ansias que el momento llegara para saber que potenciales creativos tenía mi pareja o saber como se las ingeniaría para crear la mejor propuesta nunca antes vista.
Sin embargo, no hubo un momento lleno de mis amigos cercanos, ni familia, ni un viaje de ensueño, ni siquiera se arrodilló, solo fue una afirmación tan directa, honesta y sencilla como su cariño... me quiero casar contigo. No hubo flores, no hubo música, no hubo alguien grabando, solo nosotros sentados en una cama con un anillo nuevo en mi dedo.
Un inmenso mito que se a creado es que todo debe ser de ensueño, pero no hay nada más hermoso que un cariño sincero, tan simple y único como lo es el amor.