En primer lugar, hay que regular las expectativas. Usualmente, al empezar a planificar el matrimonio, queremos contratar todo para el evento de nuestro sueños.
Lamentablemente, y en muchas ocasiones, ese sueño es bastante costoso.
Lo recomendable es dividir el presupuesto disponible en 2: la primera parte, para el matrimonio; y la segunda, para la luna de miel. Acá cada quien decidirá qué % asignará a casa uno.
En cuanto al matrimonio, los primeros gastos que deben hacerse y considerarse (por su alto costo) es el centro del evento y la banquetearía. Después de eso, los otros proveedores pueden ir bajando de precio.
En cuanto a la luna de miel, partir por los tickets aéreos. Después de eso, reservar el estimado que se gastará en el destino por consumo; y finalmente, usar el resto en hoteles y tours.
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